El neoliberalismo nunca se fue de la escuela

POLÍTICAS GUBERNAMENTALES EN EDUCACIÓN
Editorial Peluca de Sarmiento 23 mayo 2015
El Frente para la Victoria y su Ley Nacional de Educación no modificaron la estructura desigual del sistema.
El financiamiento de la educación no sólo nunca llegó al 6% tan promocionado sino que tampoco ha roto el modelo de la reforma neoliberal de los noventa: es desigualmente distribuido a partir del momento de la transferencia de las escuelas a las provincias.
Se ha profundizado la privatización de la educación, favorecida por los subsidios del Estado. A nivel nacional el 28% de la matrícula escolar es privada, hallando casos extremos como los de Provincia de Buenos Aires con el 35% y de CABA del 51%.
La fragmentación del sistema no se ha detenido sino todo lo contrario. Cada vez es más notoria la existencia de diversos tipos de escuelas en un mismo sistema. A cada sector social le toca una diferente según su ingreso y “preferencia”. El reino de la mercancía educativa tan proyectado por el neoliberalismo que se ataca en los discursos gubernamentales, se materializa en sus políticas educativas, que cimienta una escuela de mayor calidad para ricos y otra conformada con las sobras, para los pobres.
Este avance contra el sentido público de la educación ataca directamente al espacio de encuentro, socialización y producción de conocimiento que supo y aún sabe ser la escuela en nuestro país.
Las respuestas de los gobiernos ha sido la de convertir a las escuelas en espacios de contención social, bajo la consigna de políticas de inclusión. Detrás del discurso de “la diversidad” permeabilizan las desigualdades; bajo el lema de “escuela para todos” precarizan a los docentes e instalan una educación deficitaria (Plan Fines, Mejoras, y el resto de los programas que atraviesan la escuela).
Pretenden controlar y regular los indicadores de “resultado educativo” (tasas de promoción, repitencia, sobreedad y abandono), “corregirlos” cuantitativamente, a como dé lugar, y generar un sistema “más eficiente” (que elimine el “gasto educativo” que implica cada “repetidor”). Bajo el discurso de la “inclusión”, se profundizan las desigualdades.
El neoliberalismo recargado de la última década ha hecho estragos en nuestras escuelas. Seguiremos luchando por una educación pública, científica, no dogmática ni religiosa, no sexista, por un sistema educativo público, estatal, único y nacional que aporte a construir una sociedad sin explotación ni opresión.