1° de mayo y precarización laboral docente


El 1° de mayo está marcado por una tradición de lucha que arrancó en 1886 allá en Chicago, cuando un grupo de trabajadores organizó una movilización popular en reclamo de la jornada de ocho horas en una época en que lo “natural” era trabajar entre 12 y 16 horas por día.
Pasaron 116 años de aquellos crímenes de Chicago y las/os trabajadoras/es docentes reconocemos como naturales otras nocivas condiciones trabajo.
Ejemplo de ellas es la inestabilidad de nuestro contrato laboral, que supone una trayectoria que llevará en promedio cerca de 10 años para lograr una estabilidad plena: la titularización en un cargo u horas. Estas condiciones de precariedad configuran un estado permanente de incertidumbre y presuponen la posibilidad de ser despidos sin indemnización alguna.
Otro de los ejemplos es la composición salarial: cobramos la mitad de nuestro salario en “no blanco”, con algunos conceptos “en negro” y otros que nosotros le decimos “en gris” a falta de una mejor descripción, y que son aquellos que tienen descuentos para jubilación por ejemplo, pero no computan para el resto de los conceptos.
También se naturaliza la multiplicidad de cargos y de escuelas que supone la actividad de un docente. El Censo Docente que se realizó en 2004 mostró que creció el número de docentes que trabajan en más de un establecimiento. Esto impacta sobre aspectos pedagógicos y sobre la salud (centralmente sobre la voz, y problemas psíquicos).

Particular análisis merecen los programas gubernamentales y planes fines, coa, etc. Casi todos ellos impulsados por el gobierno nacional y provincial. El Plan Fines por ejemplo, es sustentado con dineros del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y diseñado conjuntamente por el Ministerio de Educación de la Nación y la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires.
Estos planes se multiplican favoreciendo a sindicatos, organizaciones barriales relacionadas con el Gobierno, ONG, comedores, etc., e implican el acceso a los puestos de trabajo fuera de las normativas del Estatuto del Docente. Por esta razón, comienzan a pesar complicidades, amiguismo, etc., como mecanismos para ingresar a cargos u horas.
Constituyen una bolsa de trabajo precarizado, sin estabilidad y con condiciones flexibilizadas.
Cuando se le otorgan las horas en Fines el trabajador firma un acta de compromiso y la estabilidad comprende la duración cuatrimestral de la cursada. El docente y/o estudiante que accede al Fines cobra menos por hora de trabajo, es más barato y esto va contra la premisa: a igual trabajo, igual salario.
Además, en el programa FINES 2 está prohibido hacer paro. Se deben sostener 16-18 clases obligatorias. El educador del programa FINES 2 no tiene derecho a enfermarse (toda inasistencia “debe ser recuperada”), no acumula antigüedad, no existe carrera docente, etc.
Estas condiciones de trabajo, contrato, salario no existían hace unos años. Pero ahora crecen a un ritmo vertiginoso. Son estas condiciones las que se naturalizarán para una nueva generación de trabajadoras y trabajadores de la educación. No si complicidades.
Paradójicamente, o no tanto, Suteba es un impulsor de los programas FINES. En sus publicaciones ostentan la inauguración de Plan Fines en dos barrios platenses.
Además, en la lista que presentarán ante las próximas elecciones sindicales en nuestro distrito, incluyen a dos docentes o estudiantes precarizados que trabajan en los Fines. Las condiciones de acceso al fines tienen también como objeto ubicar a los amigos políticos. El padrón está plagado de ¿docentes?, ¿estudiantes?, ¿amigos?, que trabajan en estos programas. Incluida la coordinadora del fines del barrio San Carlos, que aunque no es docente, sí es puntera!!

Los obreros de todo el mundo eligieron el primero de mayo como jornada de lucha, de recuerdo de sus compañeros y de pelea por sus derechos.
En nuestro país cada primero de mayo los trabajadores tomamos las calles desafiando al poder, recordándole que existimos y que no nos resignamos a aceptar como naturales condiciones que nos degradan.
Se decía que los 90 eran épocas donde las leyes que protegían a los trabajadores se volvían “flexibles” y el Estado que hacía la vista gorda. La actualidad no se distancia tanto de aquella época, con complicidades también sindicales. El sindicato no puede ser cómplice de esta política de pauperización de lo público y precariedad de las condiciones laborales de todos los trabajadores de la educación.
Por estas razones, el próximo 22 de mayo apoyemos al Frente de Unidad por la Recuperación de Suteba, para recuperar la tradición democrática y de lucha de nuestra región, para volver a construir entre todas, entre todos un SUTEBA democrático, participativo y de lucha. Acompañanos.