Acerca de la ley de continuidad docente
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Editorial de La Peluca de Sarmiento.
Sabado 20 de Octubre
Con el recorte en la educación pública que está en
curso se ven afectados los salarios de miles de trabajadoras y trabajadores de
la educación.
Compañeras que trabajan todos los días en cargos,
horas o módulos pero que no cobran sus salarios o son víctimas de dificultades en
la liquidación.
El presupuesto educativo asigna año a año lo que
será invertido, entre otras cosas, en salarios, Servicio Alimentario Escolar,
etc. Sin embargo, el dinero presupuestado no llega a nosotros...
. ¿Cuáles serán los bolsillos que estará engordando?
La ofensiva contra los trabajadores es enérgica. El
retroactivo de sueldos y antigüedad no se está pagando. ¿Por qué? Porque no,
sencillamente porque hay orden de que así sea. Tampoco se pagan las rectificaciones
de las licencias.
Se está obligando a poner fecha de cese a todas las
nuevas suplencias.
La lista celeste en lo que quizá sea su más
inoperante expresión -nos referimos al distrito de La Plata-, salió a asegurar
que la “ley de Continuidad 13.170/04 es una norma cuya vigencia no tiene discusión”,
que “la estabilidad laboral (…) no peligra”.
Ahora, nada se dijo sobre la Ley de Continuidad.
Sucede que ha sido modificada la manera de cargar los contralores para cargos
provisionales y suplentes, dado que el sistema informático obliga a colocar fecha
de alta y de baja. Y con esa modificación, decimos, prevenimos
(¿desestabilizamos?) sobre problemas que se puede suscitar: errores humanos,
como el de no dar continuidad a un cargo por olvido de fechas del secretario o
directivo; la posibilidad que se enferme, jubile, etc. quien esté a cargo de
los contralores y se lleve esa información; etc.. Todos errores que ahorrarían
plata a la DGCyE, y que dejan al docente la responsabilidad de advertir la
situación, de autogestionar los problemas que le genera Nora de Lucía.
La lista celeste desvaría y habla de
“malintencionados”, “desestabilizadores”, “abrumadores”, y del “espíritu
positivo y emprendedor” de los docentes de la provincia de Buenos Aires. ¿Qué
les pasa? ¿están nerviosos? ¿les agarró un ataque de positivismo del siglo XIX?
No somos las/os trabajadoras/es quienes hemos
creado esta situación. Las restricciones impuestas por los funcionarios tan
neoliberales como los de los noventa, aparecen como errores o mutaciones del
sistema informático. Como si esto fuera natural!
No somos nosotros quienes cuestionamos la Ley de Continuidad, sí lo hace el sistema informático por orden de la Directora General de Cultura y Educación.
No somos nosotros quienes cuestionamos la Ley de Continuidad, sí lo hace el sistema informático por orden de la Directora General de Cultura y Educación.
No somos nosotros avestruces, que esconden la
cabeza ante los problemas y olvidan la primera responsabilidad que le cabe al
sindicato: defender los derechos de los docentes y no suavizar la política del
Gobierno ante las/os trabajadoras/es.