“Los mártires de Chicago”.

A finales del siglo XIX era común que los obreros trabajen 12 o 16 horas diarias y que tengan sueldos miserables. En esos momentos los trabajadores del mundo comenzaron a levantar la proclama “8 horas de trabajo, 8 horas de sueño y 8 horas para ocio”. Las Federaciones de Trabajadores de EEUU y Canadá, decidieron en su congreso de 1884 que a partir del 1º de mayo de 1886 se obligaría a los patronos a respetar la jornada de 8 horas. Si el reclamo no era aceptado comenzaría una huelga, herramienta que luego se difundiría por todo el mundo. El gobierno de Johnson no acepto la demanda y en mayo de 1886 comenzaron las huelgas.
Chicago, que era una gran ciudad industrial y una de las más importantes de EEUU, fue escenario el 1, 2 y 3 de mayo de importantes luchas, allí la policía reprimió abiertamente. El 4 de mayo se debía realizar un acto en Haynmarquet Square, pero fue reprimido con heridos y muertos y un posterior estado de sitio y toque de queda ordenado por el gobierno norteamericano. Pronto comenzaron las detenciones y comenzó el juicio contra 8 acusados 3 de ellos fueron enviados a prisión y 5 fueron enviados a la horca (un carpintero, un tipógrafo, 3 periodista). Nunca se descubrieron pruebas convincentes contra estos dirigentes obreros. Ellos serán conocidos como “Los mártires de Chicago”.

Samuel Bielden (ingles y obrero textil)
Oscar Neebe (estadounidense y vendedor)
Michael Swabb (alemán y tipógrafo)
Georg Angel (alemán y tipógrafo)
Adolf Fischer (alemán y periodista)
Albert Parsons (estadounidense y periodista)
Hessois Spies (alemán y periodista)
Louis Linng (alemán y carpintero)


Relato de la ejecución
"...salen de sus celdas. Se dan la mano , sonríen. Les leen la sentencia, les sujetan las manos por la espalda con esposas plateadas, le s ciñen los brazos al cuerpo con una faja de cuero y les ponen una mortaja blanca como la túnica de los catecúmenos cristianos... abajo la concurrencia sentada en hilera de sillas delante del cadalso como en un teatro... plegaria es el ro stro de Spies, firmeza el de Fischer, orgullo el del Parsons, Engel hace un chiste a propósito de su capucha, Spies grita que la voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora... los encapuchan, luego una seña, un ruido, la trampa cede, los cuatro cuerpos cuelgan y se balancean en una danza espantable..."
José Marti (Corresponsal en Chicago de "La Nación" de Buenos Aires)